En este lugar nos podemos encontrar si algo en común tenemos; supongo que sí encontraremos puntos afines.
Las afinidades electivas de Goethe han hecho de mi estar aquí una razón de soledad que se va acrecentando cada vez más. Me sentía como Jonás en el vientre de la ballena alimentándome de vísceras. Me imaginaba un japonés atiborrándose de crudités del gran mamífero. Me preguntaba si los nipones tendrían en su imaginario espiritual un sujeto parecido.
Yo así me veía, solo en la caverna gigantesca visceral, esperando no sabía qué; inspirándome de silencio negro.
Son mi inspiración los libros de arte; los vendo con placer y recibo satisfacción al pintar rodeado de ellos. Oigo sus cuitas y deseos mientras intento captar su sentido. Trazo, ensucio, emborrono, descifro y me emociono cuando estas acciones cohabitan en un lienzo. A veces hay respuestas inesperadas de la mano levantisca que se niega a mi razón; autónoma, caprichosa y libre me subyuga y arrebata al observar que surge un doble donde yo no quería. El lienzo/espejo que me mira y seduce.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)